¿Estudiantes?
Una imagen que lo dice todo: violencia, atropello a la autoridad, rostros encapuchados y sinrazón entre quienes deberían estar estudiando en las aulas. Foto: Archivo
La elección de consejeros superiores de los claustros de profesores y de graduados de una universidad debe ser un acto democrático caracterizado por la participación y el respeto, seguido por el correspondiente acatamiento de los resultados. Sin embargo, nuestra Universidad de Buenos Aires ha sido recientemente escenario de injustificables presiones y de actos de violencia inconcebibles provenientes de grupos de jóvenes que no dudaron hasta en tomar facultades para obstaculizar ese proceso.
Estudiantes, manifestantes políticos encapuchados y policías se enfrentaron en las calles mientras se desarrollaba la elección de los representantes del Consejo Superior de esa casa de altos estudios. Hubo que variar hasta la sede del encuentro para que los violentos no impidiesen su realización.
Se trata de actos degradantes que muestran una Argentina que atrasa, que está dando el peor de los ejemplos; un país donde, cada vez más, hay quienes buscan someter la educación a una anarquía moral, con el fin de desterrar el principio de autoridad y de enseñorearse en la violencia.
El panorama es crítico: padres que agreden a maestros, chicos que desoyen a ambos y que se enfrentan entre sí, jóvenes que se apoderan ilegítimamente de sedes académicas con actitudes típicas de matones, pero inaceptables entre estudiantes. Debemos hacer algo y rápido para reencauzarnos como sociedad en la senda que nunca debimos abandonar: la de la racionalidad, el respeto y la construcción de un futuro con pluralidad de voces y sin patoterismos..

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